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La inocencia perdida: los riesgos de parentificar a nuestros hijos



Por: Genoveva Rodriguez-Castaneda


María acompaña a su mamá al doctor, su mamá no habla inglés. La niña tiene sólo 9 años, pero ya ayuda a su madre a navegar en esta cultura y en este idioma sus derechos y los temas de doctores y trabajos. En la clínica se entera de que su madre tiene cáncer y está en estado avanzado. Les pregunto como padres, cuando nos volvimos cuidados por nuestros hijos, cuando debimos ser los cuidadores? Por qué una niña de 9 años tiene que peocuparse de decirle a su madre que se va a morir? En vez de la madre obtener la información y encontrar recursos para darle seguridad a sus hijos?


Los efectos de parentificar a nuestros hijos duran por toda una vida. Por ejemplo, mi tīo de 70 años recuerda que a sus cortos 11 años manejar de la cantina a la casa con su padre completamente borracho durmiendo. Lo que el habrá aprendido sobre los excesos y la responsabilidad desde tan joven, lo puede ver como fortaleza, pero dentro existe una inocencia perdida que no deja de ser una injusticia. Mi amiga recuerda sacrificarse y no ir a la universidad para trabajar y ayudar a que su hermanita si lograra sacar sus estudios. Ves el patrón? Ves como vamos aprendiendo a negarnos de lo que tenemos derecho, de ser cuidados y volvernos inocentes cuidadores, todo para ser amados por ellos.


La parentificación puede generar problemas para que tu o tus hijos logren establecer límites saludables y expresar sus propias necesidades en las relaciones futuras.


Tristemente, los niños parentificados aprenden a ignorar sus propios sentimientos para atender las necesidades emocionales de otros, lo que puede resultar en una desconexión de sí mismos en la vida adulta. Llegar a los 50 años y darnos cuenta que hemos vivido basado en las necesidades de todos los demás y nunca hemos reparado en lo que nosotros necesitamos hoy.


Mas allá, la parentificación aumenta el riesgo de desarrollar problemas de salud mental como depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático. Tres problemas que en Esperantza hemos determinado que son los más comunes de nuestros clientes.



Cuando nacemos y creemos que somos totalmente incapaces de controlar nuestra reacción a las emociones que sentimos, ellas literalmente determinan nuestra vida (de allí los berrinches de los niños de 3-4 anos). Necesitamos que nuestros padres con su capacidad de regulación emocional nos abracen y, con su calma, nos indiquen que todo va a estar bien. En cambio la mayoría de nosotros no aprendemos ese mensaje y tenemos padres estresados, cansados que viven con sus propios miedos. Muchos aprendemos a llevar toda una vida de leer las necesidades de nuestros padres y aprender a navegar problemas de adultos suprimiendo cualquier sentimiento, sin reparar en las emociones. La parentificación altera significativamente el desarrollo emocional de los niños, privándolos de experiencias cruciales para su crecimiento y bienestar psicológico, como lo es la autorregulación. Es fundamental reconocer y abordar este fenómeno en ti de adulto para prevenir efectos negativos a largo plazo en tus hijos.



Romper el ciclo de parentificación conlleva tres pasos:


  1. Identificar los roles invertidos en tu familia.

  2. Aceptar que no era responsabilidad del niño asumir tareas de adultos.

  3. Comprender el impacto emocional y psicológico de la parentificación.

  4. Tomar pasos concientes para cambiar la dinámica familiar.


Reconocimiento y conciencia


El primer paso crucial es reconocer que la parentificación ha ocurrido. Esto implica

identificar los roles invertidos en la familia.


El ejercicio es sencillo, aprende como creciste, haz una lista de responsabilidades que tenias de niño que no te tocaban o que prevenian que jugaras y aprendieras sin temor a equivocarte.


Es muy probable que para reconocer como creciste y qué patrones repites, necesites de

intervención terapéutica.


La terapia juega un papel fundamental en la ruptura del ciclo porque te ayuda a procesar experiencias pasadas y desarrollar habilidades de afrontamiento. Muchas veces para sobrevivir olvidamos nuestra infancia, o la idealizamos. Estas estrategias y otras más, son mecanismos de negación. Un apoyo terapéutico puede darte herramientas para atreverte a enfrentar tu lado oscuro que llevas escondiendo por años.


También puedes tratar la terapia familiar para abordar dinámicas disfuncionales y mejorar la comunicación con tu pareja y con tus hijos. Muchas veces como crecemos con expectativas de ser el adulto en nuestra casa no nos damos cuenta que repetimos el patrón con nuestros hijos.


Establecimiento de límites saludables


Es esencial aprender a establecer y mantener límites apropiados:

practicar decir "no" a demandas excesivas, como dicen en los grupos de codependencia NO es una frase completa. No necesitas dar razones o justificarte cuando simple y sencillamente no quieres hacer algo.


Priorizar las propias necesidades y el autocuidado. Especialmente las mujeres en nuestra sociedad nos enseñan a ser las últimas. Las primeras en levantarnos a trabajar, últimas en comer y en tener tiempo para nosotras. Es hora de que empieces a pensar como ir ganando tiempo para ti, te mereces tener tiempo para cuidarte. Así que ejercita el ir poniendo tus límites para tener tiempo de descanzar.


Redefinir roles y responsabilidades dentro de la familia


Todo empieza con tener mejor comunicación. Cuando te pones en el centro de tu vida irás encontrando cosas que ya no estás dispuesta a hacer por los demás y también encontrarás responsabilidades que les pones a tus hijos que no son justas.


Educación y crianza consciente


Para prevenir la perpetuación del ciclo, es importante que como madre o padre te eduques sobre roles apropiados dentro de la familia. Que practicar una crianza consciente que respete las necesidades del niño y fomentes un ambiente familiar donde los adultos (en este caso tu) asuman sus responsabilidades.


Para las familias que nos toca migrar, perdemos nuestra red de apoyo social y nos toca adaptarnos a una nueva sociedad, idioma y cultura. Para nuestros hijos que van a la escuela es más rápida la adaptación que para nosotros que nos quedamos en casa o nos juntamos con migrantes que hablan nuestro idioma y comparten nuestra cultura. Sin embargo conocer nuestros derechos y aculturarnos a la vida que tenemos acá es nuestros deber para no ponerle a nuestros hijos responsabilidades de adultos.


Apoyo social

Construir una red de apoyo sólida es fundamental:


Busca relaciones saludables fuera de la familia y de tu cultura de origen, encontrarás personas que te ayuden a navegar procesos sociales y culturales de una mejor forma.


Participar en comunidades o grupos que entiendan la experiencia de parentificación y

cultivar amistades que promuevan el crecimiento personal y el bienestar emocional.


Romper el ciclo de parentificación es un proceso que requiere tiempo, esfuerzo y, a menudo, ayuda profesional. Sin embargo, con compromiso y las herramientas adecuadas, es posible sanar y crear relaciones más saludables y equilibradas en el futuro. Y lo más lindo es el regalo que les das a tus hijos de ser niños y explorar el mundo sin estrés y preocupaciones de adultos.




En estos tiempos de alto estrés social qué puedes hacer?



  1. Respira y date la atención y autocompasión que necesitas para vivir en este momento.

  2. Infórmate, conoce tus derechos.

    Haz un viaje a la biblioteca y habla con alguien que te pueda guiar para conocer los derechos que tienes. La información es tu mejor herramienta. No esperes a que tus hijos lo hagan por ti. Infórmate y haz grupos de contención que te ayuden a ti y a tu familia navegar la incertidumbre.

  3. Organízate. Empieza a tener reuniones familiares en las que primero les das la seguridad a tus hijos de que tienes el control de la situación y tienen un plan. Esto les dará tranquilidad para ir a la escuela y saber qué hacer.

  4. Expande tu círculo. Usa tus grupos de apoyo y encuentra personas que estén dispuestas a explicarte sobre tus derechos y responsabilidades.


Recuerda que tu tienes el poder de romper el ciclo de parentificación y darle el gran regalo a tus hijos de sentir libertad al crecer y explorar su mundo, poner sus límites y alcanzar sus metas.





 
 

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